Es necesario, en la construcción de este trabajo investigativo tener en cuenta varias posiciones en lo que tiene que ver con las diferentes categorías que aparecen al acercarse un poco a un tema o problema especifico, tal como lo vemos en este caso.
La búsqueda se enfoca en un rastreo bibliográfico por las diversas posiciones en cuanto a la economía, lo solidario, la construcción social del territorio, lo cotidiano, los modos de vida urbanos, el desarrollo y subdesarrollo dentro de los imaginarios de las personas que habitan la periferia, etc. Específicamente al Mercado de la tienda de barrio. De esta manera se encuentra entonces una serie de diversos conceptos como lo son: Informalidad, Operaciones de trueque, modos de vida, vida cotidiana, ventas al menudeo, servicios domésticos, trabajo atípico, entre otros.
También, en el mismo orden del desarrollo de esta construcción surgen otras inquietudes las cuales tienen que ver con otro concepto, que es el de lo solidario en la economía, específicamente el de economía solidaria. Este “es un término que se ha adoptado por un número significativo de investigadores y de organizaciones económicas para definir un nuevo enfoque de la teoría y de la praxis económica. No puede tratarse de una renovada visión de los mercados ya que en estos siempre se compite, gana alguien y todos los demás pierden.
El concepto fundamental se encuentra en las bases de la convivencia fraternal del ser humano en lo político y lo social y la cooperación en lo económico para que todos ganen”. www.vinculando.org. (Revista Electrónica publicada el 28 de agosto de 2007.Pág. Artículo Electrónico).
En este mismo orden, se manifiesta en los procesos de investigación una variedad de enfoques y metodologías para abordar de distinta forma el tema de la informalidad como lo describe el autor Gilberto Arango Londoño, en “Estructura Económica Colombiana” ya mencionado anteriormente, refiriéndose a la economía informal como un fenómeno el cual al mismo tiempo recibe el nombre de economía sumergida, paralela, no oficial, no registrable, etc. No obstante, éste no es el enfoque principal, proporcionando a ésta investigación la posibilidad de establecer sus propios métodos ya que la mayoría de las investigaciones en este contexto contiene una variedad de metodologías de investigación, donde una de las más relevantes ha sido la observación y la participación constante entre objeto y sujeto, como lo demuestra así en su contexto el autor de “El Otro Sendero” Hernando de Soto, donde los métodos y la investigación los cuales constituyen la obra anteriormente mencionada “nacen de las dudas acerca de las hipótesis que están relacionadas con la cultura peruana y las diferencias con el espíritu empresarial de los mismos, la pobreza y la marginalidad las cuales son características de la “inmadurez” en el mercado de pueblos jóvenes como el Perú” y Colombia con la relación que tienen los pueblos latinoamericanos con los procesos externos de desarrollo. Pero de todos modos esta investigación no se reduce del todo a procesos de desarrollo externo sino más bien trata de buscar nuevo acercamientos a la complejidad metropolitana desde las dinámicas internas en lo que tiene que ver con la gestión y autogestión del territorio y las dinámicas de poder dadas en nuestro contexto inmediato. Antes que comenzar a reproducir en los diferentes contextos urbanos enfoques ya instituidos- se trata más bien de analizar una zona de la periferia de la ciudad de Medellín desde una mirada al sujeto anónimo que vive y hace su barrio, la ciudad y la vida urbana con cada acto dentro de sus quehaceres cotidianos.
Debido a esto, no adentramos entonces a la “construcción social del territorio periférico” y como conceptos básicos y ordenadores, los modos de vida y la subjetividad, hacia la reconstrucción del concepto de “imaginarios urbanos” en la periferia del Valle de Aburrá específicamente en la comuna 3, barrios La Cruz y La Honda, ubicados en la zona nororiental de Medellín, por razones de método. Así mismo, para empezar se propone un acercamiento a la “construcción social del territorio periférico” con un objetivo claro y es el de entenderla como una forma de estudiar la periferia de las grandes ciudades, seguido a esto se abordará el concepto de modo de vida y la subjetividad social como engranajes conceptuales que ayudarán a darle un acercamiento a los imaginarios urbanos alrededor de estas pequeñas unidades económicas llamadas tiendas de barrio.
“El modo de vida sólo puede configurarse de distintas maneras cuando se identifican prácticas cotidianas; y éstas por su parte requieren del análisis de la subjetividad, como la forma de darle sentido a lo que el sujeto hace cotidianamente, es decir, darle sentido a sus prácticas. En esa relación entre la vida práctica de los habitantes de la periferia y el imaginario que la acompaña, se construye socialmente el territorio como un proceso que incluye expresiones materiales y otras de tipo simbólico”. (Lindón, Alicia. Revista, Territorios. La construcción social del territorio y los modos de vida en la periferia metropolitana. Bogotá 2002, pp. 27-41).
Este acercamiento al territorio estudiado, en principio es un enfoque de la “urbanización popular”, lo cual se convierte en un aspecto fundamental para esta investigación sobre la periferia metropolitana del Valle de Aburra en los últimos años. A su vez esto permite conocer e ir más allá de ciertos procesos locales de importancia, directamente los que están vinculados al problema del acceso al suelo urbano y a la vivienda, también al problema del acceso al empleo después del asentamiento, así como la expansión de la informalidad con toda la cantidad de dimensiones en lo que conocemos son estrategia para la supervivencia. No obstante esta investigación se enfoca directamente sobre esas otras formas de vida urbana que aún permanece invisible en otras investigaciones al respecto, las cuales no pasan del análisis de aspectos meramente cuantitativos y económicos. Simplemente, se trata más bien, sobre la cuestión acerca de la vida urbana y sus imaginarios en sectores vulnerables de la periferia de la ciudad, conocer cómo viven los habitantes de este territorio y cuál es su relación con el territorio que habitan.
De todo esto, surgen preguntas orientadoras que pueden ayudar a darle claridad al desarrollo y proceso de la investigación que a su vez son el inicio para una posterior generación de conocimientos científicos sobre la realidad social que vivimos los latinoamericanos específicamente los colombianos que se plantean de la siguiente manera: ¿que imaginarios se conforman y reproducen en estos territorios? ¿Cómo influyen estos imaginarios urbanos en la conformación del territorio y de que manera se integra en la vida cotidiana de sus habitantes? No obstante, estas preguntas, así planteadas no permiten de una vez por todas visualizar qué hay de verdad dentro de los quehaceres cotidianos, es decir, no existirá una respuesta concreta a estas preguntas sin antes plantearse una cuestión fundamental que tiene que ver con los estudios microurbanos. Es necesario pues, realizar observaciones cercanas a las personas, observaciones de pequeña escala, algo que va un poco más allá del nivel analítico de tipo estructural pero que tiene que ver con él. “Por ejemplo, los mercados de trabajo, los mercados especulativos de suelo urbano. Posiblemente, detrás de esas coincidencias se encuentre la concepción que privilegia las estructuras sobre la acción”…así como lo plantea la investigadora Alicia lindón V. en “la construcción social del territorio y los modos de vida en la periferia metropolitana”…”Frente a todas estas evidencias, nuestros interrogantes no se definían desde ninguno de estos niveles estructurales, sino desde los sujetos anónimos que se insertan en esas estructuras (y en otras), pero reconociendo que esas posiciones estructurales no los hacen perder su condición de actores sociales activos, no los determinan, ni mucho menos los dejan desprovistos de la condición imprevisible de que es capaz el ser humano”.
A partir de estas cuestiones, que se definen desde los modos de vida, se comienza a estudiar la vida social de un fragmento de la vida metropolitana desde una perspectiva micro, que ayuda básicamente a darle una mirada a las practicas cotidianas de los sujetos. Lo que requiere una continuidad en los estudios de los imaginarios individuales y colectivos en lo urbano culturalmente. Continuidad porque se requiere estar al tanto de los cambios que surgen a partir de la movilidad social, la cual se debate continuamente desde los procesos cotidianos de contingencia de acuerdo a las necesidades del día a día.
Este debate se orienta básicamente a partir de la teoría acerca de cómo se relacionan tres elementos fundamentales a la hora de explicar de que manera y cuales son las formas de expresión de cada individuo, sus familias y los contextos externos a sus viviendas, es decir, cómo, desde las acciones sociales podemos establecer que tipo de subjetividades se entrelazan para darle forma a las estructuras en relación con lo político y viceversa, cómo las estructuras inciden políticamente o no en las formas y el contenido que tienen las operaciones que fundamentan día tras día las personas de los barrios de la periferia.
Así, podemos notar que el acercamiento al contexto que vivimos no es tan frecuente en los estudios de la vida urbana, “porque antes que partir de las estructuras que determinan a los sujetos, de las políticas que se instrumentan desde las esferas de la toma de decisiones, o desde la dimensión económica como el nodo estructurador de la vida social, partimos de los sujetos que hace la ciudad y la vida urbana con sus acciones cotidianas, a veces aparentemente irracionales, otras veces intrascendentes a primera vista, pero con sentido dentro de una cultura o un mosaico multicultural en el cual frecuentemente se mueven las personas” (Lindón. Territorios, p. 30).
En el trascurso de esta investigación, se ha logrado entender que la información más relevante está en la palabra de los mismos habitantes de cada uno de estos barrios de la periferia de la ciudad, en sus formas de narrarse así mismos en su entorno, en cada uno de los discursos que se generan a partir de anécdotas vividas alrededor de la tienda de barrio. De la misma manera en que se desarrolla la urbanización popular, se desarrollan también estudios centrados en la perspectiva económica o en políticas que han permitido dar pasos considerables en las investigaciones de tipo urbano “aunque muchas veces el investigador olvida que al instituirlos como la forma de acercamiento, de inmediato se están cancelando las posibilidades de conocer otras dimensiones de la multiplicidad metropolitana. Frente a esto la investigación microurbana puede constituir un punto de vista alternativo unas veces, y otras complementario, a las tan difundidas visiones de la ciudad desde la preeminencia de lo económico, o frente a aquellos para los cuales estudiar la ciudad ha devenido casi en un sinónimo del estudio de las políticas urbanas o las políticas con repercusiones en la ciudad.
Así, en la búsqueda de nuevos acercamientos a la complejidad metropolitana- antes que instalados en reproducir en distintos contextos enfoques ya instituidos- comenzamos a explorar este fragmento de metrópoli desde el punto de vista del sujeto que vive y hace la ciudad, su barrio y la vida urbana, con cada acto cotidiano” (Lindón, 1999).
Todas las reflexiones en el marco de la vida cotidiana, los modos de vida urbanos, la construcción social del territorio y los imaginarios urbanos en la periferia de la ciudad surgen después de varios años de pensar nuestro contexto en los barrios de la periferia de Medellín, sin embargo, no es pertinente en un estudio de caso considerar el problema de una manera holística, el acercamiento se hace a ciertos aspectos con el propósito de generar estrategias de interlocución, las cuales de alguna manera u otra se conviertan en elementos útiles para el estudio de otros contextos con características similares de formación. (Lindón, Alicia. Revista, Territorios. La construcción social del territorio y los modos de vida en la periferia metropolitana. Bogotá 2002, pp. 27-41).
La construcción social del territorio a la luz de los imaginarios urbanos.
Esta expresión, “construcción social del territorio” reconoce un aspecto central en esta investigación, como es el territorio, en el caso especifico de las periferias y sus barrios dentro de la dinámica urbana de las grandes ciudades, lo cual, se incluye para ser expuesto como una forma de acercamiento a la realidad del contexto que se quiere abordar, esto además le confiere centralidad a los habitantes del lugar con todas las limitaciones impuestas por la estructura social. De la misma manera se reconoce en los habitantes, todo lo que no se prevé en cuanto a las capacidades que posee el ser humano para sortear sus necesidades diarias. “La capacidad de innovar, o de hacer lo no esperado de acuerdo a la posición social ocupada. No obstante, la centralidad del sujeto –a través de la figura del habitante local- para este enfoque no es un objetivo en sí mismo, sino un recurso para acceder a otro nivel analítico: Los conjuntos y redes de prácticas desplegadas por las personas.
La idea de que el territorio es construido socialmente no se refiere al sentido material de la palabra construir, sino a la construcción de una microsociedad y un territorio por parte de los habitantes locales. Cabe aclarar que hablamos de una microsociedad como un conjunto de relaciones sociales, ideas, imágenes y conocimiento colectivo; mientras que por territorio entendemos una organización y distribución de personas y actividades en el espacio y también una red de significados e imágenes a ellas asociadas. También es necesario enfatizar que no hablamos de la construcción social de cualquier territorio, sino de periferias y suburbios metropolitanos. Una de las consecuencias de esta especialidad es que estos territorios, en un momento dado (cuando se integran como periferias y suburbios del continuo metropolitano) reciben nuevos habitantes, como parte del proceso mismo de expansión urbana. Esa condición de“recién llegados” de gran parte de los habitantes locales, es una componente importante en el proceso de construirlo como territorio.
Así, la construcción social del territorio es realizada por los habitantes locales con las concepciones del mundo, las ideas, las imágenes, que tenían cuando llegaron al lugar, pero que también siguen reconstruyendo a partir de la interacción de unos y otros, a partir del apropiarse unos de las ideas, imágenes, concepciones, de los otros y viceversa, en ese proceso siempre en curso por el cual las ideas, los sentidos, se van entremezclando para constituir un conocimiento compartido, una concepción del mundo que no es propiedad exclusiva de un individuo sino de un colectivo”. (Lindón, Alicia. Revista, Territorios. La construcción social del territorio y los modos de vida en la periferia metropolitana. Bogotá 2002, pp. 27-41).
De esta manera, las ideas se entrelazan dentro de un proceso que toma el nombre de conocimiento colectivo, sin embargo, este conocimiento, debido a lo desagregados que llegan al territorio recién ocupado, no es compartido por todos los habitantes del barrio sino por pequeños grupos y fracciones. Además, incluye diferentes formas de concebir la vida, la familia, el trabajo, el pasado, el presente y el futuro, como también formas de verse así mismo, que de algún modo u otro interfieren en las identidades individuales y colectivas, y a su vez estas formas inciden proporcionalmente en la mirada hacia los referentes territoriales, es decir, formas de identificar el territorio, de “hacerlo suyo”, donde se dilucidan también expresiones de rechazo hacia el propio territorio habitado.
significados apropiados de los otros con quienes interactúa, considerando que los otros pueden ser los “antecesores”; lo que de paso recuerda que los significados del territorio pueden circular intergeneracionalmente y así perdurar.
Los significados del espacio del espacio siempre se hacen o se actualizan en la vida práctica, se expresan en las acciones que las personas realizan y emergen en expresiones con las cuales se refieren a él. Por ejemplo, formulas tan sencillas y familiares como “mi colonia o mi barrio” en contraste con “las otras colonias o los otros barrios”, pueden dar cuenta del sentido de pertenencia del sujeto respecto a su espacio, así como de los limites hasta los cuales se extiende dicha pertenencia. Ese conocimiento compartido a veces también ayuda a vaciar de significados un espacio, a no identificarlo, a no apropiarlo, nos referimos a aquellos espacios que no contienen una memoria, a los cuales los individuos no se sienten pertenecer, aun cuando allí tengan su lugar de residencia”. (Lindón. Territorios 7/ Bogotá, pp. 27-41).
Todo lo anterior marca los limites de la subjetividad social sobre el territorio, esto es, aquella “provincia limitada de sentido (…) llamada territorio” según las palabras de Bernard Poche citado por Alicia Lindón en el texto ya mencionado anteriormente. Ahora bien, esta subjetividad fundamentada específicamente en los imaginarios que se tienen del contexto en que se vive y la cual es, de la misma manera, referida al territorio, es decir, a los significados del territorio “no esta desvinculada de la subjetividad social en sentido amplio, se puede comprender por qué los significados que se le otorgan al espacio en el cual se vive no son ajenos a otros significados, por ejemplo, al que toma la vivienda, las relaciones sociales tejidas en ese espacio, al proyecto familiar (cuando exista), a las relaciones con el vecindario…Todos ellos integran una red de imágenes, ideas, nociones, con las cuales las personas ven el mundo y actúan en él”. (Lindón, pp. 33).
Desde aquí, se pretende entonces darle a la construcción social del territorio de la periferia, una forma, que se vincula directamente a los imaginarios urbanos que surgen al momento de darle sentido a un territorio, en la medida que se construye el barrio en que se vive y se relacionan los unos con los otros, a través, de una mirada que lo que quiere alcanzar es; cómo el sujeto a pesar de los inconvenientes en sus trayectorias, debido a la situación del país, construye y reconstruye el territorio que habita y por ende su sociedad. Este proceso de construcción y reconstrucción del territorio, es un proceso que no tiene un fin determinado ya que existe una subjetividad social bastante arraigada y desagregada que se alimenta constantemente de ideas, imaginarios, significados que están referidos especialmente al territorio en construcción, o sea, al lugar donde se quiere vivir.
“La concepción de los significados sobre el territorio como el mecanismo que lo construye en territorio, no implica que las acciones sociales y los productos materiales del actuar del hombre no sean parte de ese constante proceso de construcción de la sociedad y el territorio, sino que éstas no son ajenas a ese mundo de significados. En otras palabras, la construcción social del territorio, para el investigador implica penetrar y desentrañar un mundo de significados que una microsociedad ha construido sobre su espacio”. (Lindón, pp. 33).
Por lo tanto, la autora plantea un problema metodológico que surge para dar claridad sobre, cómo deben ser abordados los imaginarios en la vida cotidiana de las personas en la construcción social del territorio. “Así como los significados no son ajenos ni independientes al actuar de las personas, tampoco pueden ser abordados no aprehendidos directamente, en sí mismos, sino a través de las prácticas cotidianas, por medio de lo que la gente hace cotidianamente en su vida práctica, ya que sólo se construyen y reconstruyen en la acciones, a la luz de lo que se hace”. (Lindón, pp. 33).
Debido a esto, para poder adentrarse un poco más en la construcción social del territorio que día tras día forjan todos y cada uno de los habitantes de estos barrios, se hace necesario hacerlo mediante los modos de vida, ya que es este concepto el que supone las prácticas cotidianas, de la forma de hacer de las personas, de la manera cómo se imaginan su barrio, que es su territorio, y como a través de sus imaginarios le dan significados y sentido a sus vidas.
Periferia, modos de vida e imaginarios urbanos.
“Cuando se intenta esclarecer el concepto de modo de vida, de inmediato surge la dificultad, ya que como muchas otras expresiones que forman parte de las sociologías de la vida cotidiana, a veces es empleado como concepto de sentido común, mientras que en otra ocasiones es objeto de teorización. Además, aun encontramos que al usarlo como concepto especializado, en algunas aproximaciones no se especifica su contenido, en otros casos sólo se conceptualiza parcialmente y, por último, encontramos autores que han generado propuestas conceptuales solidas.
Para esbozar una primera delimitación de este campo teórico resultan de utilidad las reflexiones de Curie et al. (1986: 314). Según estos autores el modo de vida siempre se relaciona con los hogares, con proceso dinámicos referidos a los hogares y con sus espacios-tiempos. Aunque estas ideas no alcanzan a constituir una conceptualización acabada, tienen la virtud de delimitar algunas “piezas” que configuran el concepto de modo de vida.
Una revisión rápida de lo teorizado sobre el modo de vida muestra dos líneas pioneras de aproximación al concepto y también algunos esfuerzos contemporáneos más focalizados. Dentro de las líneas pioneras está la que surge en los inicios de la sociología urbana, de herencia simmeliana, y otra que se alimenta de aportes procedentes del pensamiento marxista.
El Debate. Estructuras, subjetividad, acción.
La teoría social ha ocupado un lugar bastante relevante específicamente en lo que tiene referencia a tres elementos básicos para proyectarse en el análisis de lo cotidiano. La Estructura, la Subjetividad y la Acción entendida esta última como la acción social que ejerce cada individuo en diversos contextos donde encuentra como relacionarse con otras personas y como éste asume su posición frente a los problemas que se presentan día a día. Así pues, los grandes paradigmas teóricos se establecen en dos corrientes divergentes para que de esta manera se le pueda dar explicación a la cuestión de la Acción Social de los sujetos en escenarios específicos, de un lado aquellas teorías que engrandecieron la capacidad de los individuos para actuar de manera independiente a las estructuras económicas, sociales o políticas, que además supuso un fuerte carácter racional en la toma de decisiones para la acción. La teoría de la elección racional, cuyo fundamento es el individualismo metodológico, es la máxima expresión de esta posición.
Por otra parte, existen paradigmas cuyos enfoques son referidos a perspectivas o concepciones distintas, opuestas entre sí sobre el orden de lo social, “concepciones holistas que sobredeterminaban el peso de las estructuras sobre los individuos y condenaban su acción como respuestas mecánicas a determinaciones de tipo social, cultural e histórico”. (Gayosso Ramírez, José Luís. Trabajo, Identidad y acción colectiva en trabajadores a-típicos: el caso de los tianguistas en el D.F.)
Es decir, la ‘conciencia social’ de los sujetos es sólo un reflejo de la realidad objetiva, de tal forma que el sujeto está condenado a que sus pensamientos, y en general toda su actividad subjetiva, esté condicionada por su experiencia en el mundo social sin que tenga la libertad para concebir la realidad de un modo distinto y mucho menos para otorgarle un significado alternativo a lo dispuesto social y estructuralmente. Así, el sujeto, de acuerdo a la posición que ocupe en la estructura social, específicamente en las relaciones sociales de producción, tendrá un tipo específico de ‘conciencia’, correspondiente a su existencia en dicha posición y al ser entonces sólo un reflejo no habrá cabida para que pueda generarse ninguna otra. Conforme con esta visión la lógica sería entonces que, para el caso del sujeto obrero productor de plusvalía, éste tendría conciencia de su existencia subordinada y explotada por parte del capital de forma insoslayable y automática, al reflejarse su existencia concreta en su conciencia.
Esta concepción hegemónica del marxismo, que fue ampliamente consumida y reproducida tanto por el comunismo militante como por la teoría social marxista desarrollada en el ámbito académico, conduce necesariamente a una reificación de las estructuras, sobre todo económicas, en detrimento de los sujetos sociales como actores imprescindibles en la construcción histórica. Concepción que no propugnó necesariamente el propio Karl Marx, quien en diversos escritos nos deja entrever un enfoque diferente, por ejemplo en el primer párrafo de su obra El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, así como en los Manuscritos económicos filosóficos de 1844 o en las Tesis sobre Feuerbach.
En donde queda plasmada su idea sobre la importancia de los sujetos como protagonistas de la historia y del cambio revolucionario de la sociedad, y como sujetos cuya conciencia interviene en todo momento en su actividad práctica, considerando asimismo la influencia de las estructuras pero sin que éstas representaran para Marx una determinación absoluta.
El determinismo colectivista de Durkheim.
En el segundo de los casos, se tiene, en primer lugar, la concepción de Durkheim sobre el orden social. En éste autor la determinación social causal ocupa un lugar predominante, según él “El individuo está determinado por una realidad moral”, esto es, el comportamiento de los sujetos obedece a causas de tipo moral.
En este sentido, el medio social establece las premisas sobre las cuales todos los demás ámbitos subsisten y se reproducen. De acuerdo con Durkheim,
“(…) Esta concepción del medio social como factor determinante de la evolución colectiva es de la mayor importancia; ya que, si se la rechaza, la sociología se encuentra en la imposibilidad de establecer ninguna relación causal” (Durkheim, 1990, 92)
Contrariamente, y en franca oposición al individualismo radical y el atomismo del siglo XIX, Durkheim insistía en que la conducta humana emana de la sociedad. De ahí que haya conceptualizado términos como representaciones colectivas e individuales, anomia y varias categorías de la conciencia, para explicar la conducta en relación con la totalidad social. Así los sujetos son en realidad los portadores de dichas representaciones y creencias colectivas por lo que la conciencia individual está determinada por la conciencia de la colectividad. El argumento general es que los aspectos físicos de la estructura determinan los aspectos sociales de la estructura. Ellos determinan también los aspectos mentales y morales de la sociedad, es decir la subjetividad. (Collins, 1995: 199)
Según la descripción de Durkheim, la sociedad tiene un nivel consciente superficial y una estructura inconsciente dentro de la cual operan los determinantes reales. El sujeto, aunque se considere a sí mismo como racional y poseedor de su destino en realidad su propia racionalidad le ha sido otorgada por la estructura social en la que vive, es dicha estructura la que moldea tanto el producto de su mente como su comportamiento social.
Y este principio de Durkheim, según el cual la densidad física de la sociedad determina el comportamiento y las ideas, es igualmente válido en el nivel de los grupos pequeños o en el de toda la sociedad. (Collins: 200)
Así, Durkheim plantea, siguiendo esta lógica, que lo que es de interés para el análisis sociológico no son los individuos en lo particular sino las relaciones estructurales entre ellos. Es decir, lo importante es explicar las interacciones sociales y cómo éstas al variar o modificarse determina variaciones también en el comportamiento y las creencias de los sujetos. Es este el argumento básico que da pie a su afirmación en la obra sobre El suicidio de que la condición de estar casado, tener hijos, pertenecer a una religión con un alto grado de ritualismo y control de la comunidad sobre el individuo no son más que distintos indicadores de que las estructuras sociales de alta intensidad impiden al individuo, hombre o mujer, se prive de la vida. (Collins: 194)
La sociedad, pues, determina al individuo en la medida en que establece la ubicación de las personas en su situación estructural y siempre con relación a otras. Entonces, si es la totalidad social la que establece el comportamiento y las formas de pensamiento sociales el sujeto queda colocado en una posición de ente pasivo y receptivo de lo que la estructura determina, por lo tanto, el cambio histórico se produce mecánicamente sin que intervenga la voluntad ni la acción de los individuos, de acuerdo a una especie de ‘ley de gravitación del mundo social’. Los individuos adquieren roles cada día más especializados, pero no porque ellos mismo los inventen, sino a causa del crecimiento de la población y su migración a las ciudades (Collins: 197) Estos dos cambios en la estructura social provocan una “concentración progresiva de las sociedades” con lo que el orden social se transforma. De esta manera, para Durkheim, tanto el tipo de subjetividad del ente colectivo como la acción e interacción de los sujetos son el resultado de la estructura social.
Después de esto, le daré cabida a una investigadora que he puesto en la bitácora de esta investigación como uno de las más importantes exponentes en el tema de la vida cotidiana, los modos de vida urbanos en la contemporaneidad, entre otros aspectos que se relacionan con el problema que se quiere tratar en nuestro contexto, ella es, Alicia Lindón Villoria en “De la trama de la cotidianidad a los Modos de Vida Urbanos. Valle del Chalco. México.
Este trabajo sobre la periferia de la ciudad de Medellín se constituye como una experiencia básica e inmediata que permite verificar y diferenciar en un pequeño fragmento de la ciudad, una parte importante en la vida cotidiana de las personas que habitan estos sectores, donde se permite abordar un conjunto de ideas teóricas las cuales orientan el objetivo de esta investigación. Así este trabajo investigativo toma forma en la medida en que se tomen algunos elementos relacionados con la realidad, lo cual, está en la localización del trabajo generador de ingresos dentro de la vivienda en algunos hogares pobres del Valle de Aburra en los barrios La Cruz y La Honda como fragmentos de ciudad importantes en el desarrollo y crecimiento en la configuración de los imaginarios, lo que se denominará “la unión del lugar de trabajo y el lugar de residencia”, (Lindón. Pág. XXVI. Presentación).
Entonces es a partir de aquí que el interés de ésta investigación toma un curso en relación con las preguntas, ¿Qué parte de la realidad valorar? ¿Desde que perspectivas se puede observar?, lo que para un mejor desarrollo, en el curso de la investigación, es claro y necesario darle relevancia al los individuos y tomar sus puntos de vista específicamente como individuos situados espacio-temporalmente en un universo intersubjetivo y desagregado. Lo otro tiene que ver fundamentalmente, con las diferentes variables con las cuales se pretende articular ésta primera parte: las relaciones familiares, relaciones de vecindad, relación con el espacio laboral entre otros aspectos importantes. En el trascurso de éste diálogo la teoría se fue especializando y los “fragmentos de la realidad” se constituyeron en un elemento de la realidad con más profundidad, lo cual va un poco más allá de lo que aparenta el objeto a investigar. La vida social se enmarca entonces en diferentes ámbitos de análisis de la realidad.
Hacerle frente a la realidad desde la sociología implica rasgar el terreno de la vida cotidiana desde los procesos de asentamiento y desarrollo del territorio a partir de la vivienda, el trabajo y la familia, de lo urbano en la ciudad. De cómo son las percepciones y las representaciones espaciales desde la geografía y cual es esa vivencia que se da al vincular los espacios con las experiencias espaciales de cada individuo.
“La vida cotidiana tiene relación con el trabajo y la familia; no obstante, su especialidad sociológica no deriva de los ámbitos de las relaciones sociales que aborda sino de la perspectiva que supone: el punto de vista del individuo en interacción, posicionado espacio-temporalmente que crea, recrea o bien reproduce, la sociedad.” (Lindón. Pág. XXVIII. Presentación).
Aunque este trabajo intente abordar algunos aspectos de la vida cotidiana, no es objetivo principal tratar los temas relacionados a la sociología del trabajo o a la sociología de la familia, tampoco intentará sumergirse de un todo y por todo en aspectos relacionados a sectores populares urbanos, lo cual podía interpretarse como una investigación de corte intervencionista para tratar temas de desigualdades sociales o de segregación. Lo que el lector podría inferir, se trata más bien, de hacer una análisis de los imaginarios urbanos dentro del marco de la vida cotidiana desde un punto de vista sociológico, que permita elaborar elementos teóricos y metodológicos para futuras investigaciones.
El interés básico es centrarse en las sociologías de la vida cotidiana como una propuesta de integración de diferentes elementos que hacen parte de ésta, por eso desde la perspectiva de Mauro Wolf, que puede ser muy útil para esta investigación, se plantea un enfoque de la sociología de la vida cotidiana, que implica no solo prioridades sino también exclusiones. “Aun cuando no es lo mas usual para presentar una perspectiva, el comenzar por excluir, parece muy pertinente en ésta ocasión, sobre todo por aquella apreciación de sentido común de que todo forma parte de la vida cotidiana”. (Lindón. Pág. XXX. Presentación). En este sentido, como se plantea anteriormente en términos de conocimiento científico, es posible ubicarse en la difícilmente aceptable posición de que cualquier análisis vinculado a algo que integre la vida cotidiana, tenga que ser aceptado como un enfoque de la misma vida cotidiana.
Es necesario entonces acogerse a la propuesta del señor Wolf, para comenzar a excluir, más por que se corre el riesgo de que todo sea incluido. Pero de otra forma, si se regresa a las palabras de Wolf, se encuentra que una perspectiva de la vida cotidiana excluye el estudio de problemas que han sido puntos centrales en las investigaciones de corte sociológico, como la temática de las desigualdades sociales, la estratificación social y los procesos de movilidad social; de la misma manera se encuentran excluidos los procesos de cambio institucional. “La exclusión de este tipo de estudios no implica negar su importancia para otros modelos de investigación sociológica.